miércoles, 11 de febrero de 2009

HACIA LA SELECCIÓN NATURAL

EL CAMINO DE DARWIN

Darwin comenzó su primer borrador en 1937, según sus memorias se “inspiraba para ese trabajo en los principios de Bacon, sin teoría preconcebida”
Comenzó a coleccionar antecedentes relacionados con las especies domésticas, hizo circular cuestionarios impresos entre los criadores y leía muchos libros y publicaciones, incluso series completas de informes de sociedades científicas.
“Pronto me di cuenta que la selección era la clave del éxito que ha encontrado el hombre para razas útiles de animales y de plantas”
¿Cómo podría ser aplicada la selección a organismos vivientes en estado natural” Él intuía que ese sería el mecanismo que provocaría el cambio a través del tiempo, del cuál estaba convencido desde su viaje con el Beagle. Pero no se daba cuenta aún como operaba. Puesto que en la selección artificial era el hombre quien seleccionaba. Qué o quienes seleccionaban en la naturaleza. Existía un agente seleccionador. No, ¿entonces cómo sucedía? Aún no lo sabía: “Constituyó para mí un misterio durante algún tiempo”.
Pero la lectura oportuna elucidó la cuestión:
“En octubre de 1832, es decir 15 meses después de comenzada mi encuesta sistemática, alcancé a leer sólo por vía del entretenimiento el libro de Malthus sobre la población”
Malthus le brindó la idea de la “lucha por la existencia”
“estaba bien preparado, por haber observado prolongada y continuamente los hábitos de los animales y las plantas para apreciar la lucha por la existencia que se encuentra en toas partes; entonces se me ocurrió la idea de que en tales circunstancias, las variaciones favorables tenderían a ser preservadas, mientras otras menos felices, serían destruidas. El resultado de esto sería la formación de nuevas especies. Había por fin llegado a formular una hipótesis sobre la cual apoyar mi trabajo. Pero estaba tan deseoso de evitar todo preconcepto, todo prejuicio, que decidí no escribir ni el más leve bosquejo. Recién en julio de 1842 me di por primera vez, la satisfacción de redactar un resumen sucinto de mi teoría, de 35 páginas escritas a lápiz. Durante el verano de 1844 ese resumen fue alargado hasta alcanzar 230 páginas”
Stephen J. Gould denomina “annus mirabilis” a lo que en realidad fueron algo más de dos años, desde el regreso de su viaje con el Beagle hasta la lectura de Malthus. Según él durante ese lapso, Darwin fue muy prolífico en formular hipótesis y explicaciones del mecanismo que promovía el cambio en las especies a través del tiempo. “En su empeño por formular un mecanismo evolutivo durante su annus mirabilis… Darwin había abrazado, y rechazado en última instancia, una variedad de teorías contrapuestas que incluía la saltación, la variación inherentemente adaptativa y la senescencia intrínseca de las especies… Todas estas aproximaciones desechadas tienen en común el postulado de un impulso interno, basado bien en una variación a empujones (saltacionismo) bien en un cambio inherentemente direccional”
Cómo cité anteriormente, Darwin se autoproclamaba empirista, siguiendo los preceptos de Bacon. Pero ¿realmente desarrolló de esa manera su teoría?
Para Gould, el método utilizado fue el de ensayo-error. A medida que iba leyendo y acumulando datos probaba y desechaba teorías. “El método de ensayo y error, paso a paso, se convierte en la metáfora central del Darwinismo”
Gould establece que luego de haber establecido un dominio de verificabilidad, Darwin comenzó a acumular datos y “delineó su metodología histórica (nunca de manera explícita, desde luego, pero con tal fuerza acumulativa a base de ejemplos que el libro entero se convierte en «una larga argumentación» sobre la tratabilidad de su nueva ciencia”
Darwin vio la necesidad de desarrollar varios métodos de inferencia histórica, cada uno a la medida de la naturaleza y calidad de la evidencia disponible.


Darwin al proponer la teoría de la selección se basó en observaciones empíricas (actualmente las dividiríamos en ecológicas y genéticas) sobre el potencial reproductivo y la existencia de la variabilidad. Y estableció inferencias sobre la correlación de ciertas características biológicas de los individuos y sus probabilidades de sobrevivir y dejar descendencia sin intervención del azar. Y que dichos resultados de ese proceso selectivo se acumulan con el tiempo produciendo el cambio evolutivo. Por un lado y la adaptación de los organismos al medio por el otro.
También Darwin, intentó dejar claro que el uso de la expresión selección no es una "proyección" antropomórfica de las acciones teleológicas en los mecanismos causales, ni una simple metáfora afortunada. La selección artificial puede haberle sugerido a Darwin la idea de selección natural, como él mismo confesaba en una carta a Wallace de 1858, un año antes de publicar El origen de las especies: "Llegué a la conclusión de que la selección era el principio del cambio a partir del estudio de las producciones domésticas; y después, leyendo a Malthus, vi enseguida cómo aplicar este principio"11 Pero la validez del principio depende de conexiones objetivas que desbordan la sugerencia metafórica.
Darwin mismo, realiza aclaraciones sobre la elección de la expresión “selección natural”. Al parecer utiliza ésta al no encontrar “alguna mejor”.
“Diversos autores han interpretado erróneamente o puesto dificultades al término selección natural. Algunos hasta han imaginado que la selección natural produce la variabilidad, aunque implica únicamente la conservación de las variaciones que surgen y son beneficiosas al ser en sus condiciones de vida. Nadie pone reparo a los agricultores que hablan de los poderosos efectos de la selección del hombre, y , en este caso las diferencias individuales dadas por la naturaleza, el hombre elige con algún objeto, tiene por necesidad que ocurrir antes. Otros han puesto que el termino selección implica selección consciente en los animales que se modifican, y hasta se ha argüido que, como las plantas no tienen volición, la selección natural no es aplicable a ellas. En el sentido literal de la palabra, indudablemente, selección natural es una expresión falsa; pero ¿quién no pondrá nunca reparos a los químicos que hablan de las afinidades electivas de los diferentes elementos? y, sin embargo de un ácido no puede decirse estrictamente que elige una base con la cual se combina preferentemente. Se ha dicho que yo hablo de la selección natural como de una potencia activa o divinidad; pero como, ¿quién hace caso a un autor que habla de la atracción de la gravedad como si regulase los movimientos de los planetas? Todos sabemos lo que significa e implica estas expresiones metafóricas, que son casi necesarias para la brevedad. De la misma manera, también, es difícil personificar la palabra naturaleza; pero por naturaleza, sólo la acción conjunta y el producto de muchas leyes naturales, por leyes, la sucesión de hechos en cuanto son conocidos por nosotros. Familiarizándole un poco con los términos, estas objeciones, tan superficiales, quedarán olvidadas.” 12

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