jueves, 23 de octubre de 2008
La Teoría de la Evolución, enfoque CTS
La Historia de la Biología enfoque CTS
Lic. Marcela Torreblanca
PRIMERA PARTE
Introducción
Frecuentemente, en los libros de texto, cuando se desarrolla la historia de la Biología, se realiza un relato lineal, progresivo. Partiendo desde el presente, se buscan los indicios, las insinuaciones de las ideas del pasado que conectarían de alguna manera con las teorías aceptadas en la actualidad. Interpretando los hechos científicos del pasado con los fundamentos teóricos y prejuicios del presente, despojándolo de todo el contexto histórico, cultural y social. Esta visión whig de la historia se corresponde con la concepción heredada de la ciencia de orientación positivista.. Para la cual, la ciencia, como saber autónomo y aséptico que se produce por acumulación de conocimientos.
Esta concepción no puede sustentarse si se investiga el quehacer científico en relación con su época, en el contexto sociopolítico, en forma conjunta con los acontecimientos que lo traspasan y le dan razón de ser. Es posible que los objetivos y fundamentos que se perseguían entonces, sean muy diferentes a los que la interpretación retrospectiva y presentista pretende asignarles.
La producción científica de un periodo histórico determinado es muy probable que respondiera a intereses muy distintos a los actuales porque existían modelos sociopolíticos diferentes.
“...dicha opción hace difícil poder considerar el desarrollo científico como un proceso de acumulación” T. S. Kuhn, La Estructura de las Revoluciones Científicas, Ed. Fondo de cultura Económica , México, 1983, pag. 23.
La historia de la Biología puede ejemplificarse con el surgimiento y afianzamiento del paradigma evolutivo. Siendo éste el concepto eje de esta ciencia.
"Nada en la biología tiene sentido, si no se considera a la luz de la evolución". Theodosius Dobzhansky (1973)
El desarrollo de la teoría evolutiva, su sostenimiento y su aplicación pueden considerarse en correspondencia al contexto que posibilitó su desarrollo. Explicando su origen no sólo como la obra personal de Darwin y la posterior acumulación de conocimientos y pruebas que aportaron sus seguidores hasta concretar la Teoría Sintética en la cual asienta el conocimiento biológico actual, sustento de los últimos procesos biotecnológicos, sino como un proceso dinámico de interacción entre hechos e ideas inscriptas en un sistema más amplio donde decisiones político-económicas muchas veces intervinieron para que la historia tomara ese camino y no otro...
La fundamentación de este enfoque excede el tratamiento y los objetivos de este artículo, pero trataré de presentar mi opinión puntualizando algunos hitos más ilustrativos.
El origen del Darwinismo en la Inglaterra Colonialista
Los acontecimientos políticos-económicos influyen sobre el quehacer científico, tal vez es más evidente en la historia de la tecnología, pero también muchas ideas revolucionarias en el ámbito de la ciencia no hubiesen germinado si el transcurso de la historia político – económica no hubiese suministrado el contexto adecuado.
Si a principios del siglo XIX, Inglaterra no hubiese tenido la política de expansión y colonialismo económico que poseía, el famoso viaje del Beagle no hubiese tenido razón de ser, puesto que detrás de la fachada de viaje “de estudio y reconocimiento de costas” se ocultaban los auténticos objetivos políticos-económicos. También luego de su viaje, esta condición, le permitió a Darwin desarrollar sus estudios para probar su teoría: “...la potencia colonial y marítima de Inglaterra le permite tener corresponsales lejanos y hacer encuestas circulares por el mundo como no hubiese podido hacerlo en el siglo anterior...” (Marcel Prenant. Darwin. Ediciones Pueblos Unidos. Uruguay, 1947, pag. 48.)
En el momento que Darwin se debatía entre publicar o no su obra sobre el origen de las especies, había como una especie de caldo de cultivo para este tipo de ideas. Si él no hubiese publicado, seguramente otros lo hubieran hecho. Él mismo debe hacerlo, a sugerencia de sus amigos, antes que Alfred R. Wallace se le adelantara. Si bien Darwin fue el que escribió, recopiló las pruebas y llevó adelante sus estudios, su obra no hubiese sido posible sin el aporte de muchos miembros de la comunidad científica de esa época con los cuales intercambiaba ideas y ponía en consideración sus conclusiones. Si esa comunidad no hubiera alentado la producción de la teoría, es probable que no surgiría como obra de un solo hombre aislado.
En esa época, la industrialización crecía en Inglaterra en forma explosiva, lo que trajo consigo —entre muchos fenómenos sociales— la explosión de las poblaciones urbanas, la aglomeración en barrios miserables y la insuficiencia de los alimentos. Esto llevó a Malthus a predecir una catástrofe que aunque no ocurrió (porque llegó una revolución agraria la que solucionó el problema de la producción de los alimentos), sirvió para sostener su hipótesis sobre la lucha por la subsistencia. Darwin, leyó el libro de Malthus un día sábado, para distraerse, y allí encontró la explicación qué el estaba buscando, que venía intuyendo desde que conociera a los pinzones de las islas Galápagos.
Herbert Spencer acuñó la frase ``supervivencia del más apto'', popularizando la idea de que evolución no es más que una lucha sanguinaria en la que el más fuerte es el que sobrevive. La hipótesis caía como anillo al dedo en el ámbito económico: la explotación del hombre por el hombre es natural y, por lo tanto, moralmente aceptable. Base del capitalismo.
Esta interpretación sociológica de la teoría biológica, le sirve de maravillas a Inglaterra para justificar su superioridad colonizadora. También William Graham Sumner adaptó la teoría biológica para explicar la injusta realidad social del siglo XIX.
En las primeras ediciones Darwin no explicaba la selección natural con la frase la “supervivencia del más apto”, ésta, recién la introduce en la sexta edición y la toma de Spencer.
A partir de allí se generó toda una corriente sociológica que se ha dado en llamar darwinismo social que resultó de la extrapolación de una teoría biológica a la interpretación de otra realidad, justificada por intereses políticos-económicos.
Siglo XX: Hacia la unificación, la consolidación del paradigma
Durante el apogeo del positivismo, la Biología como las demás ciencias naturales se concebía como una ciencia inagotable, por la cual, mediante su estudio lograrían abrirse paso hacia los más ocultos secretos de la vida. Además imperaba el optimismo, puesto que la mayoría de los avances en el terreno biológico fueron aplicados a la medicina y se tenía la impresión que se estaban ganando todas las batallas, que se tenían las armas para vencer todos los males del mundo, gracias a los antibióticos, las tecnologías de diagnóstico, la tecnificación agraria, los plaguicidas y la mejora de la producción de alimentos...
En este entorno de convicción y esperanza se orientan las investigaciones de genética. Se realizan estudios a nivel cromosómico y se reduce la genética mendeliana a la genética molecular, interpretando las investigaciones de Mendel desde el conocimiento actual. Estos estudios fueron “redescubiertos” a principios del siglo XX por el holandés Hugo de Vries, el alemán Carl Correns y el austríaco Erich Von Tschermak; y de la reinterpretación que ellos dieron surgieron lo que hoy conocemos como las tres “leyes de Mendel”. Las cuales no fueron postuladas por Mendel, ya que sus objetivos y fundamentaciones distintas en su momento que los objetivos y circunstancias que movieron a sus “redescubridores” a formularlas. Es más cada uno posee una interpretación particular, de acuerdo a su enfoque o hecho que desea justificar.
En 1910, Morgan comienza a vincular estos trabajos con los desarrollos en citología dando forma a lo que hoy conocemos como genética clásica o teoría cromosómica de la herencia.
Estas leyes fueron aplicadas por un lado en los incipientes estudios de genética molecular y en el campo de la genética de poblaciones que fue a auxiliar a la teoría evolutiva aportando pruebas sobre la selección natural.
En cualquier libro de texto podemos seguir la historia de la genética discurriendo en forma continua y lineal desde su supuesto origen con Mendel, pasando por la obra de sus redescubridores, por los trabajos de Bateson en Inglaterra, por la escuela de Morgan hasta llegar al descubrimiento del ADN y toda su significación, sin tener en cuenta que el significado de las teorías por ellos desarrollados y los conceptos por ellos utilizados y los sistemas conceptuales y los contextos a partir de los cuales esos conceptos toman significado no eran constantes, no tenían las mismas finalidades...
Por ejemplo, de Vries quería demostrar por medio de las leyes de Mendel su teoría sobre las macromutaciones y el carácter saltacionista del proceso evolutivo. William Bateson que también se preocupaba por los mecanismos evolutivos, es el que introduce el término genética.
En 1908 se formula la ley de Hardy-Weinberg que relaciona las frecuencias génicas con las genotípicas en poblaciones panmícticas. Entre 1918 y 1932 la larga polémica entre biométricos y mendelianos se zanja finalmente: Ronald Fisher, Sewal Wright y J. B. S. Haldane llevaron a cabo la síntesis del darwinismo, el mendelismo y la biometría y fundan la teoría de la Genética de poblaciones.
Así, durante el periodo de 1937-1950, surge la Teoría Sintética de la Evolución, de la unión de los darwinistas con los genetistas, más el aporte de las evidencias paleontológicas.
El aporte de la genética de poblaciones cambió la concepción evolucionista moderna, en la que la población desempeña un papel de crucial importancia. Si bien la selección actúa en la adecuación de un individuo, la constante variabilidad genética, y por lo tanto fenotípica, de los individuos se genera solamente en el seno de la población. El interés de los biólogos evolucionistas se ha centrado consecuentemente en el nivel organizativo de las poblaciones, particularmente en la población concebida como el conjunto de individuos con los que otro puede estar genéticamente relacionado a lo largo de su vida.
Genetistas y naturalistas hicieron contribuciones medulares al desarrollo de lo que en las décadas de los treinta y los cuarenta llegó a conocerse como la "síntesis moderna del darwinismo". La paleontología, tendió un puente hacia la genética de poblaciones, demostrando que aquélla se conformaba al marco estructural teórico de ésta, con lo que se completó una visión global y unificadora del pensamiento evolucionista.
Hasta la década de los sesenta, esta síntesis del pensamiento evolutivo era el paradigma unificador de la ciencia de la biología. Pero en el desarrollo de esa misma ciencia nuevos descubrimientos fueron cuestionando algunos puntos, que sin ser claves son importantes a la hora de seguir manteniendo la posición incuestionada y coherente que la teoría poseía. Por un lado, desde la biología molecular: una buena parte de la evolución del ADN no tiene relación aparente con aspectos adaptativos del organismo y es, en consecuencia, independiente de los procesos de selección natural. Los productos de los genes, las proteínas estructurales, presentan niveles muy altos de diversidad y variabilidad, incluso dentro de una misma especie.
Las consecuencias de los avances científicos se reflejan en la tecnología y esto retroalimenta a la ciencia. En la posguerra se fomenta a la investigación a nivel molecular y se persigue descifrar la estructura del código fundamental de la herencia. Por otro lado, en oposición a los científicos occidentales, en la Unión Soviética se avalaba política y económicamente al neolamarkismo de Lysenko (un ejemplo clásico de la influencia de las ideas políticas y la intolerancia en la ciencia). Durante más de treinta años, durante el gobierno de Stalin, intentó imponer la herencia de caracteres adquiridos tratando de aclimatar el trigo en la helada Siberia y haciendo perseguir y desterrando a cuanto científico darwinista existiese y a todo el que refutase su hipótesis, provocando no sólo un retraso en la ciencia y la biotecnología soviéticas sino además una cruenta tragedia donde desaparecieron muchos científicos.
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